Ir al contenido principal

Sigo tarareando historias


Tengo miles de historias guardadas bajo la almohada que salen cuando el sol toca el horizonte y mis ojos se oscurecen al día y se iluminan a la noche brillante de sueños y fantasía, personajes que vuelan, caminan o corren, niños, adultos o jóvenes, puedo ser todos ellos en cada palabra que escribo, en cada frase que repito en mi mente y se transcribe sobre el papel. Sigo tarareando historias de día y de noche, aunque no todas llegan a ser conocidas, pero me basta saber que viven en mi.
Hay relatos de aventuras en una libreta escondida en mi mesa de noche, hay historias de romances que nacieron hace tiempo y que ahora las puedo vivir hay imágenes reflejadas en palabras que me hacen llorar cuando las leo, hay fotografías y colores que reviven el momento exacto en que las palabras fueron escritas. Tengo libretas guardadas de sueños, de historias y memorias que poco a poco van saliendo y viviendo su propio rumbo. Tengo sueños que brotan cada noche y se alejan por la mañana, esos sueños ahora son ideas nuevas para otras historias, son pensamientos que quiero mantener y comunicar a través del papel.
Acompaño cada historia con una canción  que no dejo de repetir hasta quedar agotada de tararear la misma letra, estas canciones caen perfectamente en el momento que elijo para escribir.
Y aquí sigo tarareando mis historias y más.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Promesas Rotas IV

Continuación...... De regreso a su cabaña, ambos se detuvieron solo para contemplarse el uno al otro y entregarse en un cálido abrazo como nunca se lo habían dado, aquella noche ambos soñaron en la misma almohada, apaciguando el deseo que tenían sus cuerpos de estar juntos, cansados de tanto amor, cayeron rendidos, abrazados, con ánimos de no soltarse jamás, mantenerse siempre unidos. Los primeros rayos de sol de la nueva mañana se apresuraron a colarse por las ventanas iluminando todo a su paso, encaprichados en despertar a quien encuentre a su paso, obligando a parpadear a los ojos aun dormidos de quienes reposaban aun en la cama, los ligeros movimientos tratando de evadir los rayos del sol no funcionaron y ambos se vieron obligados a despertar y levantarse a un nuevo día, sonriendo a pesar del sueño dejaron la cama y se alistaron para explorar   el lugar. El aroma de la naturaleza los envolvió hipnotizándolos a continuar. -           Qué te pareció la idea de venir aquí

Promesas Rotas II

U na semana antes Eran las dos de la tarde y no había nadie en casa, el teléfono no dejaba de sonar, o eso era lo que ellos querían que creyeran, habían decidido que este año todo sería diferente empezando por la celebración de un nuevo año juntos de los cuatro que ya llevaban, los amigos, la familia, el trabajo pasaba a segundo plano, solo se centrarían en ellos y en lo que más les apasionaba, divertirse juntos, bailar y reír sin importarles las miradas ajenas. Una semana fuera de la ciudad era la oportunidad perfecta para realizar sus planes, el equipaje ya estaba listo y ellos mucho más. Antes de salir se aseguraron de dejar todo cerrado con llave y también dejaron un nuevo mensaje en su casilla de mensajes de voz que decía: “somos Camila y Gerardo, déjanos tu mensaje y te llamaremos luego” El taxi los esperaba en la entrada de su casa, y el claxon del vehículo les anunciaba que llevaba mucho esperándolos, Camila y Gerardo solo intercambiaron sonrisas en lugar de decirse

Promesas Rotas V

El ligero sonido de la tierra desprendiéndose se escuchó a destiempo, cuando las ramas y el barro arrastraban el auto al abismo, sacudiendo a los pasajeros en su interior, los gritos se volvieron inaudibles, el sueño ya no estaba presente era una pesadilla al abrir los ojos y verse envuelto en barro, rocas y ramas desprendidas, las ventanas semi cerradas dejaban entrar la tierra húmeda mientras los pasajeros se aferraban a sus asientos evitando golpes que no se podían evitar. El auto parecía patinar en medio de tanto fango, los neumáticos resbalaban sin que el conductor pudiera hacer algo por controlarlos. El sonido de vidrio rompiéndose impacto en los oídos de los pasajeros, la imagen de una larga rama atravesándose por el parabrisas los dejó atónitos, no tanto como el grito de dolor que venía de Gerardo que ahora tenía el rostro inexpresivo, ni dolor o sufrimiento, solo una mirada perdida en el vacío. Respiraciones agitadas que se ahogaban bajo el naranja barro que los cubrí