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Promesas Rotas IV


Continuación......
De regreso a su cabaña, ambos se detuvieron solo para contemplarse el uno al otro y entregarse en un cálido abrazo como nunca se lo habían dado, aquella noche ambos soñaron en la misma almohada, apaciguando el deseo que tenían sus cuerpos de estar juntos, cansados de tanto amor, cayeron rendidos, abrazados, con ánimos de no soltarse jamás, mantenerse siempre unidos.
Los primeros rayos de sol de la nueva mañana se apresuraron a colarse por las ventanas iluminando todo a su paso, encaprichados en despertar a quien encuentre a su paso, obligando a parpadear a los ojos aun dormidos de quienes reposaban aun en la cama, los ligeros movimientos tratando de evadir los rayos del sol no funcionaron y ambos se vieron obligados a despertar y levantarse a un nuevo día, sonriendo a pesar del sueño dejaron la cama y se alistaron para explorar  el lugar. El aroma de la naturaleza los envolvió hipnotizándolos a continuar.
-          Qué te pareció la idea de venir aquí amor- pregunto Camila sin dejar de lado una sonrisa al final de la oración
-          Tu qué crees mi cielo- respondió Gerardo al tiempo que la abrazaba a su pecho
-          Amor, no sé por qué pero de pronto me acorde de la noche que saliste con tus amigos, ¿recuerdas?
-          Ah, esa noche, bebí demasiado
-          Más aún por lo resfriado que estabas, te embriagaste deprisa
-          Si amor, lo recuerdo; también me acuerdo que llamaste
-          Y con eso comprobé tu estado, me causó gracia la manera en que hablabas, no te había oído así antes y me pareció algo cómico, en especial cuando hablabas y no entendía nada de lo que pronunciabas
-          Jajajaj, pues sí pero, de alguna manera me alegro que eso haya pasado
-          ¿Ah sí? Y por qué- le interrogó Camila con asombro
-          Porque viniste a verme, no creía que harías eso, pues estabas en el aeropuerto ya para abordar el avión
-          Cierto, ese día iría a la central en Lima, por el proyecto que tenía en ese tiempo. Amor, cuando llegué a verte estabas tendido en el sofá de Pablo, el pobre empezó a disculparse por dejarte en ese estado y para dramatizar un poco más, me puse seria y…
-          Shhhh, dejemos por un momento los recuerdos- dijo Gerardo inclinándose para besar a Camila. Después de ello, ambos rieron y se dirigieron a las cataratas  a unos cuarenta y cinco minutos en auto.
Con la cámara fotográfica en las manos y muchas ganas de aventurarse llegaron por fin a las cataratas, el auto los esperaría en la entrada. A unos cien metros empezaba a oírse la caída del agua, no eran los únicos en el lugar, al parecer en estas fechas era muy concurrido, entre fotos, risas y el sonido de la naturaleza, las cataratas les dieron la bienvenida. Quitarse la ropa era lo siguiente y sumergirse en las frías aguas cristalinas que tenían frente a ellos, el calor del sol no parecía calentar el agua sumamente fría que bañaba sus cuerpos. El castañear de sus dientes les indicó que era suficiente siendo mejor  vestirse y calentarse empezaron a caer gotas de lluvia, el clima era variable que por ratos hacía sol y en otro momento llovía sin avisar. Se refugiaron bajo las ramas de los árboles hasta que pasara o se apaciguara al menos. Los demás visitantes del lugar hicieron lo mismo, en cabio no se arriesgaron a salir de su refugio como lo hicieron Gerardo Y Camila, quienes con pisadas precisas empezaron a descender para llegar a la entrada y volver al hospedaje. Por suerte al regresar la lluvia parecía haberse debilitado y cesado, salvo algunas gotas que se descolgaban de las hojas de los árboles y caían juntos a otras formando charcos.
Apresuraron el paso hasta llegar al auto, se acomodaron y abrigaron uno al otro, pues sus ropas estaban mojadas por la lluvia, en silencio vieron las fotos que habían tomado, los cuarenta y cinco minutos sumados al tiempo que estuvieron en el agua hizo lo suyo y los dejo rendidos al sueño, recostándose uno en el otro, sintiendo a penas el movimiento del vehículo sobre la carretera. El conductor por su parte estaba muy atento a lo que tenía en frente del parabrisas, mantenía una velocidad constante, sin prisas, siguiendo a una distancia considerable a los vehículos que iban delante de él. Sin embargo tal cuidado no fue suficiente para enfrentar lo que se avecinaba.
Continuará.....

Comentarios

  1. Hola Alessa,

    hace mucho que no me pasaba por aquí. Leí tu relato, y estoy esperando las siguiente parte para ver cómo murió el chico. Ojalá puedas publicar pronto.

    Saludos =)

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