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Promesas Rotas II


Una semana antes
Eran las dos de la tarde y no había nadie en casa, el teléfono no dejaba de sonar, o eso era lo que ellos querían que creyeran, habían decidido que este año todo sería diferente empezando por la celebración de un nuevo año juntos de los cuatro que ya llevaban, los amigos, la familia, el trabajo pasaba a segundo plano, solo se centrarían en ellos y en lo que más les apasionaba, divertirse juntos, bailar y reír sin importarles las miradas ajenas. Una semana fuera de la ciudad era la oportunidad perfecta para realizar sus planes, el equipaje ya estaba listo y ellos mucho más. Antes de salir se aseguraron de dejar todo cerrado con llave y también dejaron un nuevo mensaje en su casilla de mensajes de voz que decía: “somos Camila y Gerardo, déjanos tu mensaje y te llamaremos luego”
El taxi los esperaba en la entrada de su casa, y el claxon del vehículo les anunciaba que llevaba mucho esperándolos, Camila y Gerardo solo intercambiaron sonrisas en lugar de decirse uno al otro, “ya ves, no debimos quedarnos hasta tarde”, salieron cargando cada quien su equipaje preparado para una semana fuera de casa; el taxista abrió el porta equipaje al tiempo que los saludaba.
El taxi se puso en marcha hacía el terminal de  buses de la ciudad, donde personas iban y venían, unas recién llegaban a la ciudad y otras saldrían de ella, por trabajo, salud, o distracción como ellos.  Mientras Gerardo  llevaba el equipaje a registrar en la zona de embarque, Camila ya tenía entre sus manos su cámara que apuntaba hacía donde él se encontraba, foto tras foto sin dejar de sonreír se fue acercando hasta estar a unos pasos en que dejó la cámara de lado y se abrazó a la espalda de él, cálido con el aroma suave y varonil que lo caracterizaba, por un momento se olvidó del ruido y los ojos que la miraban, hasta que una ligera caricia en la cabeza la hizo reaccionar a la realidad, era hora de subir al bus e iniciar un viaje de 15 horas hasta ciudad T .   Acomodados en sus respectivos asientos, esperan a que todos los pasajeros aborden y empiece en viaje que habían programado hace meses, una merecida semana de relajo juntos, esto último era su mayor motivación. El bus empezó a moverse y Camila se acomodó junto al pecho de Gerardo, tal y como lo hacía cada que viajaban juntos, cerro sus ojos y pudo sentir con mayor detalle el palpitar de su fuerte corazón, cerró los ojos y la tranquilidad iba apaciguando su respiración hasta quedarse dormida, hasta soñar un viaje juntos, hasta sentir el cálido beso que se dieron por primera vez. El vaivén que generaba el vehículo en movimiento hizo que Gerardo también durmiera. El viaje pasó sin complicaciones y esa tarde durante el viaje se encontraron ambos en un  sueño compartido.
Continuará...

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