El día de la boda, las
invitaciones ya se habían repartido entre los más cercanos familiares y luego
entre los amigos de los novios y amigos de los padres de los novios, apenas en
un par de horas dos almas se unirían para formar solo una. Mientras tanto cada
uno de los invitados se vestía con sus mejores prendas, teniendo extremo
cuidado en no verse muy elegante o fuera de lugar considerando que la celebración
sería en la tarde. Los vestidos de las damas desfilaban en colores, los
caballeros en tanto sastres grises o azulados combinaban perfectamente con el
atuendo de sus damas, la hora de la misa ya llegó, el novio esperando nervioso
en el altar, los invitados tomando sus lugares esperando ver la entrada de la
novia. Llegó el momento en que el padre ya estaba en su sitio, esperando como
todos la entrada de la bella señorita que se desposara en matrimonio y pasara a
formar parte de los felizmente casados.
El coro acompañado del encantados
y dulce sonido del violín indicaron
todos los pasos gráciles de la novia hacia el altar, el novio se ubicó
en su lugar, esperando recibir de las manos de su suegro a su futura esposa,
los flashes de las cámaras no cegaban la belleza desbordante de alegría de la
joven pareja, que intercambiaba miradas y sonrisas cómplices de una gran
historia de amor, de días tristes y grises y momentos amarillos de felicidad.
Se celebrara al amor en pareja, al amor en familia, al amor entre hermanos y al
amor con el prójimo, se celebrara la unión y la grandeza del amor.
El tiempo se fue volando y al
final del tiempo habitual que dura una ceremonia religiosa la alegría
desbordaba a más no poder, en algunos este sentimiento se presentó en forma de
llanto pero con lágrimas de dicha, otros por su parte mostraban sus sonrisas y
aplausos a la joven pareja. Uno tras otro fueron saliendo los invitados con
dirección al local de la recepción, el cual estaba cubierto por telas blancas
que cubrían las paredes y otras tiras largas de tela color naranja que
terminaba en un moño. Los vestidos y trajes se movían con naturalidad buscando
sus ubicaciones en las mesas que les habían asignado. Se unieron los amigos y
familias, mientras que otras se empezaban a conocer. La ceremonia civil empezó
y el tiempo que tomo esta celebración fue extenso para los invitados quienes
ansiaban probar los alimentos que estaban decorando la mesa principal, algunos
en su afán de saciar su apetito aprovechaba en Salir para comprar alguna
golosina.
La música y la comida servida
indicaron e inicio de una fabulosa tarde de celebración, entre bailes y
conversaciones, el festejo se presentó alegrando más el momento tan especial
que vivían los recién casados.
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