...otro relato para compartir:
La pared lo sabe
Empezaba la mañana con los rayos solares que entraban por la ventana posándose sobre el rostro de quien aun dormía y parecía no tener intención de levantarse a pesar de lo que había planeado para ese día. Entre tantas cosas revueltas más que la habitación misma estaba el escribir una carta, pero no cualquier misiva, sino una que pueda reflejar sus más íntimos sentimientos hacia la persona que más quería y lo había hecho en secreto desde hace mucho tiempo, tanto que ya no recordaba cuanto. Quizás creyó que durante su sueño vendrían a él las palabras y frases perfectas para romper ese secreto individual. De todos modos el sonido del despertador hizo lo suyo y de un salto salió de la cama, con todo revuelto y patas arriba no sería fácil encontrar lápiz y papel aunque un marcador indeleble y la pared de la cabecera de su cama también le servirían, las primeras palabras le fueron algo complicadas ya que no se decidía si llamarla "amiga", "querida Eby", o "amor mío", pero le pareció algo cursi lo último, prefirió obviarlo y continuar. La pared verde limón que había permanecido sin rastro de alguna mancha o marca en especial, ahora cambiaba completamente a cada frase que se escribía en ella. Los sentimientos que permanecieron callados serían mostrados a la luz o al menos a la pared. Al cabo de unos borrones y otras marcas la carta llegó a su fin, el muchacho de negro cabello se asombro de lo que había escrito, no imaginaba que era tan bueno con las palabras. En fin era tiempo de hacerla llegar a su destinataria, solo tendría que transcribirla y dejarla en uno de sus libros para que ella pudiera encontrarla fácilmente. Miró su reloj, faltaba solo media hora para llegar a clase, se apresuro a ducharse y vestirse y transcribir las palabras plasmadas en la pared, el tiempo volaba y su corazón latía de manera acelerada, sus nervios se incrementaban impidiendo que su mano dibujase las letras sobre el papel, echó otro vistazo a su reloj, solo le quedaba tiempo para correr hasta el colegio, metió sus libros y cuadernos a su mochila sin olvidar lo más preciado, la carta, ese trozo de papel arrancado de uno de sus cuadernos en el que unas breves líneas significaban todo para él.
Llegó a la hora y tomo asiento en su lugar habitual, buscó con la mirada el sitio de la persona que le había robado el sueño y cuando todos salieron al receso se apresuro a dejar el trozo de papel entre sus libros.
Al final del día, se sentía tranquilo con lo que había hecho aunque estaba algo inquieto por no recibir una respuesta, hasta que sucedió. Su querida Eby, como él la llamaba se acerco hasta él y con su dulce voz le preguntó: "¿qué quieres decir con "mi pared sabe cuanto te quiero"?"; ese fue el comienzo de una larga conversación entre ellos y quien sabe quizás lo sigan haciendo.
:-)
ResponderEliminarme gusto tu relato
ResponderEliminarme gustó mucho,
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